En completo aislamiento y sin contacto con la prensa, sometidos a un régimen de entrenamiento especial y trotando de madrugada por los alrededores del yacimiento, los tres primeros elegidos para descender a casi 700 metros de profundidad esperan listos para bajar apenas se les dé la orden.
Los sobresalientes currículos del sargento 2º Roberto Ríos Seguel, el cabo 1º Patricio Roblero Abarca y el sargento 2º Cristián Bugueño Olivares convencieron a la Armada de Chile y a la minera estatal Codelco. Según dicen en el gobierno, los tres marinos serán "piezas clave" en una operación sin margen para el error.
"Los tres están altamente capacitados, no sólo desde el punto de vista médico, cuyas competencias saltan a la vista, sino que desde el punto de vista militar poseen el carácter, la experiencia y un profundo compromiso e interés de contribuir a la causa", dijeron voceros de la Armada.
Ríos Seguel, de 34 años, es buzo de combate y tiene experiencia en escape de lugares reducidos. Es aspirante a oficial de la Armada y en la institución lo definen como un especialista en técnicas de rescate en zonas hostiles y en simulación de combate. Cuenta, además, con un amplio conocimiento sobre medicina militar y expedicionaria, y manejo médico de víctimas de trauma.
Roblero Abarca, de 36 años, también es experto en medicina de combate y rescate de zonas hostiles. Reportó dos veces como enfermero en la guerra de Irak, en 2006 y 2008. A sus 17 años de experiencia como infante de marina, 15 como buzo comando y 10 como enfermero especialista se suma su título de medicina de sumersión e hiperbálica.
Bugueño Olivares, de 37 años, es enfermero naval con 15 años de trayectoria en rescate prehospitalario urbano. Es el encargado sanitario del buque Rancagua de la Armada, en el que se hace cargo de la salud de hasta 90 personas en altamar.
El primero que pensó en marinos fue el ministro de Salud, Jaime Mañalich, luego de que los intentos de bomberos, carabineros y mineros de otros yacimientos fracasaran en las horas posteriores al derrumbe. "Pensé qué situación podía asemejarse al aislamiento en que estarían los mineros. Necesitábamos una visión más holística", explicó. Un submarino y una estación espacial fueron lo primero que vino a su cabeza.
De inmediato, se contactó con la NASA -que hizo un valioso aporte a la logística del rescate- y con la Armada. El almirante Edmundo González Robles, su interlocutor de la Marina, le pidió un tiempo para encontrar a las personas ideales.
La respuesta llegó hace diez días, y Ríos Seguel, Abarca y Olivares arribaron el lunes al campamento Esperanza. Cuando todo esté dispuesto para la fase final del rescate, bajarán a las profundidades y los tres especialistas experimentarán, en turnos de ocho horas, la sensación de encierro que los mineros vivieron durante varias semanas.
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